domingo, 13 de junio de 2010

EN EL NOMBRE DEL PADRE.

Por. Psic. Emma Gozález.

En el nombre del padre lleva implícito lo que a nuestra concepción refiere, justicia, responsabilidad, disciplina, rectitud, fortaleza, autoridad y seguridad por considerársele más fuerte; términos estrictamente asociados a la virilidad.

En algunas familias conservadoras, que todavía existen, los roles que marcan la paternidad son muy claros, en lo que la mujer se encarga de la crianza de los hijos, el hombre es quien provee a la familia del sustento económico, situación que en muchos casos “jerarqueriza” las relaciones.

En la actualidad existe una nueva realidad, observamos que 1 de cada 5 hogares en México está siendo sostenido en su totalidad por madres solteras, viudas o divorciadas; panorama que obliga a replantear los constructos en los que se basa la crianza y paternidad de los hijos en nuestro tiempo.

Hoy día se le reclama al hombre, mayor involucramiento, lejos han quedado los patrones de obediencia y reverencia absoluta que se tenían que ofrecer al progenitor; el hombre desde la perspectiva de género enfrenta uno de los retos más difíciles a los que jamás se ha enfrentado, posicionar su lugar en la sociedad desde la igualdad, equidad y respeto, dejando de largo los patrones de dominio que por décadas han imperado.

Al hombre, en comparación con la mujer, no se le define por su rol paternal; es decir se concibe hombre sin la necesidad de ser padre; de la misma manera no se le adjudica un sólo modelo, existen los padres que logran la construcción de un vínculo afectivo estrecho con sus hijos, biológicos o no, los que son pero no saben como estar, los padres ausentes que han decidido autoexiliarse, o a los que han decidido exiliar, los padres que mueren, pero permanecen, los que han preferido ser amigos de los hijos que necesitan un padre, o simplemente los padres que se sabe de su existencia a partir de la propia, pero que nunca han sido vistos, menos nombrados; lamentablemente también están los que son sólo hombres incompletos que desde la más aberrante patología utilizan la paternidad para ejercer una inadmisible brutalidad ¡tolerada! en contra de los hijos e hijas sobre todo, recordando uno de los casos más famosos del padre de Schreber, quien llevó a sus hijos a la franca locura.

Sea cual fuere el caso, lo cierto es que el padre al igual que la madre, son figura de identificación, al ser los dos elementos parentales más cercanos cuando somos niños, para el psicoanálisis principalmente el freudiano, la figura del padre está íntimamente ligada a lo que llamó el complejo de Edipo, aquel en el que el padre tiene que “castrar” de manera simbólica al hijo, con tal que este no acceda a la madre en un amor erótico, identificándose con la figura paterna para que a partir del rol viril, el hijo varón principalmente, pueda acceder a otras mujeres; dictando leyes que deberán ser “tragadas” por el hijo, para contribuir a la conformación psíquica de su personalidad; cabe destacar el término “simbólico” en la teoría freudiana, que generalmente se refiere a “representaciones”, es decir que siempre que se lee a Freud es recomendable sugerir una lectura completa y no parcial, pues de lo contrario se puede caer en el riesgo de minimizar la teoría a meros aspectos sexuales.

Para Lacan y otros psicoanalistas, la figura del padre se vive más desde la posición de función paterna, es decir no es tanto la figura o la persona, sino quien ejerce o deja de ejercer tal o cual función, contribuyendo o no al establecimiento de la personalidad en los hijos.

Lacaniana, Kleiniana, Feudiana o la que fuera, lo cierto es que el hombre juega un papel trascendental en la conformación de la identidad, sobre todo sexual en los hijos, su degradación lejos está de contribuir a la conformación psíquica sana de los individuos.

El cuestionamiento de la virilidad y de los roles que juega el hombre en la sociedad, pone de manifiesto la urgente necesidad de encontrar nuevas y mejores formas de convivencia entre las parejas, los padres e hijos y los seres humanos en sí.

Por desgracia las respuestas a lo que hacemos hoy en día, no serán dadas hasta mínimo 10 años después, cuando las generaciones que nos siguen actúen lo mismo que nosotros les estamos heredando.

Nos vemos la siguiente sesión.

Sirva el presente , como un merecido reconocimiento a todos aquellos hombres que han decidido acceder al ejercicio de la paternidad, buscando maneras libres y menos opresoras para ellos mismos y sus hijos; asimismo y sobre todo para aquellos quienes todavía lo siguen intentando, esperando que ese día les llegue pronto.

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