jueves, 29 de abril de 2010

30 de abril

Por Emma González.

En 1954 la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución en la cual se establecía el "Día Universal del Niño" con el fin de promover anualmente un día consagrado a la fraternidad y entendimiento entre los niños y niñas del mundo entero, en México corresponde al 30 de abril.

Desde la posición del ejercicio de la salud mental en los consultorios nos encontramos panoramas que preocupan y contrastan con la fiesta que se vive este día lleno de aparente felicidad en ambientes coloridos con globos, dulces, payasos y canciones en frenesí compuestas por espectáculos con monigotes o muñecas vestidas de colores y estrellas que pretenden emular modelos americanos degradados de Barbie, dejando mucho que desear a la construcción de modelos originales que incentiven una identidad.

En los consultorios nos encontramos a pequeños irritables, ansiosos, confundidos,con escasa tolerancia a la frustrasión, consecuencia de sistemas educativos y formativos deficientes que poco contribuyen a fortalecer vínculos afectivos funcionales con los demás.

LOS NIÑOS EN EL CONSULTORIO DEL TERAPEUTA

Generalmente los padres de familia toman la decisión de llevar al niño a terapia, es casi imposible encontramos con chicos que por sí solos tomen esta decisión.

Los padres de familia en la mayoría de los casos acuden a buscar un sin fin de opciones terapéuticas cuando se sienten rebasados en la crianza de sus hijos, llegan a los consultorios esperanzados en que les den respuestas que “alivien su malestar”

La decisión nada fácil de que su hijo acuda a terapia,también lleva a los padres por caminos sinuosos en donde queda expuesto el papel que han desempeñado en la estoíca tarea de cuidar y formar un hijo.

El objetivo de llevar a cabo una terapia no es que el psicólogo o terapeuta dote de guías elementales de supervivencia básica en el ejercicio de la paternidad, es buscar espacios de reflexión desde donde los padres también salgan fortalecidos, con herramientas que ellos mismos deberán de construir y procurar.

El juego para un niño es la representación de su mundo, para los terapeutas resulta una técnica esencial que nos permite acceder al íntimo espacio desde donde el niño comprende su historia.

La terapia de juego en el consultorio, no tiene un fin educativo o lúdico; mediante técnicas especializadas se ayuda y acompaña al niño en un proceso donde comprende, interpreta y elabora sus propias dificultades y las complejidades de su contexto.

El punto no es evitarle problemas a los niños, pensando erróneamente que así hacemos niños felices, el objetivo es ayudarlos a introyectar las suficientes herramientas que les permita hacerle frente a los problemas cotidianos de la vida, sin que se vean comprometidos aspectos de su personalidad como la autoestima.


LA IMPORTANCIA DEL JUEGO EN EL NIÑO

Entre el adulto y el niño en lo referente al juego, existe un malentendido. Para el adulto, el juego es sinónimo de entretenimiento, distracción o diversión, el juego se opone a las actividades “serias”.

Sin embargo a través del juego experimentamos paciencia, tolerancia y la creatividad como primer forma de producción, los ideales, la certeza y confianza en nosotros mismos y en los demás, descubrimos a los amigos, la camaradería, la solidaridad, el acompañamiento y la complicidad, aprendimos la maravilla de ir conociendo, entendiendo y asimilando nuevas realidades; permitir e incentivar el juego de los niños es crearles un espacio facilitador para la libre expresión de ideas, al incluirnos en sus juegos y tomar un rol protagónico permitimos una sana y hasta a veces necesaria reconciliación con esa etapa fundamental desde la cual una vez vimos el mundo.