martes, 12 de octubre de 2010

LA LOCURA QUE CURA.

¿La locura, lo cura? Es una frase que puede resultar altamente apetecible de interpretación dentro del rígido encuadre, aplicable sin duda a todos aquellos que hemos decidido estar por condición o convicción a la sombra o el cobijo de un diván; según sea el caso muy particular.

En esta época de contrasentido social, en las que no sabemos si festejar o solo con-memorar nuestra recién descubierta y rebosante “independencia revolucionaria” se antoja seductor hacerle un lugar al olvido que dejó un psiquiátrico en la ciudad de México hace cien años.

La Castañeda fue un manicomio construido en 1910 "en el marco de las celebraciones del centenario de la Indepedencia nacional" por el entonces presidente Porfirio Díaz.

Para nadie resulta ajeno imaginar las inmundicias y barbaridades que se gestaban en los 24 majestuosos edificios construidos de acuerdo a los lineamientos de la psiquiatría moderna, albergando a esquizofrénicos, indígenas, niños, alcohólicos, paranoicos, deficientes mentales llamados imbéciles, lesbianas, entre otros.

Interesante resulta la exposición fotográfica en el Museo Archivo de la Fotografía, la cual hace un recorrido a través de 83 retratos demenciales.

Datos, leyendas, cifras, efigies, dibujos, historias clínicas y hasta una ilustradora tina de baño, convergen en el ingenuo recinto otorgado para exponer la patología de aquellos remotos tiempos de hace un siglo exactamente, en el que también habita la amnesia irreflexiva que sigue tan vigente, en medio del encierro y el hacinamiento de aquellas incómodas voces que nosotros los "sanos" hemos preferido mantener calladas, aunque nos pertenezcan.