miércoles, 16 de febrero de 2011

BABEL

Por Emma González

La palabra es un instrumento o se crea o se destruye con ella, el lenguaje es el elemento diferenciador entre los animales y nosotros al ser los únicos primates que accedemos a él de manera verbal y por lo tanto simbólica.

El lenguaje ha sido el parte aguas para hablar de evolución entre los hombres primitivos y evolucionados, su poder es tan infinito que ha ocasionado que las estructuras cerebrales se modifiquen al paso del tiempo

Existen muchas clases de comunicación pero ninguna como la palabra cuando esta se hace acompañar de la elaboración de las ideas accediendo al entendimiento y la razón.

El peso de la palabra para quien la dice y para quien la escucha no siempre es el mismo, pues el sentido que le dé el emisor y receptor del mensaje no siempre cobra un idéntico significado, el problema no es que cada quien le otorgue un sentido distinto a lo que uno escucha y el otro habla, el problema viene cuando creen estar de acuerdo simulando un entendimiento. “Cada loco con su tema”

El acuerdo no es aquello que es igual o similar a mí, se puede estar de acuerdo pensando totalmente distinto, el acuerdo no es algo que está ahí, es algo que se conquista y a lo cual se accede después del invariable cuestionamiento.

Pero vivimos en una sociedad (construida por nosotros mismos) en donde el cuestionamiento y la crítica no tienen lugar ni en el otro y mucho menos en uno mismo.

Soportar el peso de la palabra no tiene tanto problema cuando es del otro.